Hace muchos días que no actualizamos y hoy lo hacemos, por
fin, con un montón de novedades.
Como os contamos en el anterior post, el lunes J. fue al
médico y todo pareció normal. Pero al día siguiente se empezó a encontrar mal.
Aran se movía mucho y J. sentía dolor. Efectivamente, eran contracciones, sí.
Corrió al hospital y con medicación remitieron y las controlaron.
Aran ha estado monitorizado todo el tiempo, así como la
placenta. Le hicieron un ultrasonido y estimaron que el bebé pesa alrededor de
5 libras, cosa que no está nada mal. ¡Ah! ¡Y también nos han dicho que es muy
peludo!
Bueno, después de estos días de angustia hoy han mandado a
J. a casa. Tiene que estar en
reposo y atenta a los movimientos del bebé.
Entre tanto, ante la inminencia del parto, yo, Gerard, cogí
el primer vuelo a Chicago. Mientras Miquel se quedó a coordinar la logística
desde casa, así como a estar disponible al teléfono por si había que tomar
cualquier decisión. Ayer estuve con J. y su marido en el hospital de
Libertyville. Estaba animada y de buen humor. Fue nuestro reencuentro después
de 1 año sin vernos.
Con estos cuatro días extras en el hospital creo que hemos
ganado mucho terreno. Nacer en la semana 34 no es la peor situación del mundo
en la que podemos encontrarnos. Desde el primer momento inyectaron a J. corticoides para intentar madurar los pulmones del bebé. En 48 horas habrá
hecho su efecto. Básicamente, el principal problema de un bebé nacido en este
momento es el bajo peso y las dificultades respiratorias. Normalmente, van de
cabeza a la incubadora tan solo nacer. Pero por suerte están formados.
Es una lástima porque nos hemos quedado a muy poco de que
todo fuera sobre lo previsto. Su médico planeaba inducir el parto el día 22 de
octubre. Y según el peso, a la semana 36 les dan el alta sin problemas.
Por mi parte, puedo aseguraros que estos 4 días han sido los
peores con diferencia. El vuelo Barcelona-Atlanta, de diez horas, sin haber
dormido las 48 horas anteriores de la angustia que sentía… Estar en el avión
sin información, sin saber como estaban las cosas… ¡Fue horrible! Ahora estoy
alojado en un hotelito cerca del hospital. Zara, de la agencia, se ha portado
genial conmigo. Vino a buscarme al aeropuerto de Chicago a las diez de la noche
para llevarme hasta el hospital. Se lo agradezco mucho, porque digamos que no
entra dentro de sus funciones. Y me regaló una cesta con comida, que después de
los nervios pasados me va a ir fenomenal.
Y después Miquel, que es maravilloso, y tiene mucha sangre
fría y ve siempre las cosas con claridad y entereza. Para histérico, apasionado
e impulsivo ¡ya estoy yo!
En conclusión, estamos a la espera de que J. vuelva a sentir
contracciones. En ese momento los médicos ya no van a pararlas. Nadie sabe en
qué momento puede pasar. A ver si aguantamos un poco más de tiempo.
¡Gracias a todos por las muestras de apoyo y cariño!
Hospital en el que estaba J. ingresada.
"Inspiring medicine. Changing lives" es su lema.
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